Novela LAS TRES REINAS Juvenil
Relato Ptomila 1 (esposa de Melchor) | Novela LAS TRES REINAS
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Ptomila y el hermano de Salumo

            La Biblioteca de Alejandría no paraba de crecer. Se decidió hacer una construcción nueva en el Ala Este, para albergar pergaminos sobre estudios de la naturaleza de las plantas. Para ello, se seleccionaron los ejemplares que estaban en otras estancias de la misma para que fueran trasladados a ese nuevo sitio. Lo que se conseguía era que, los que quisieran saber algo sobre vegetación en concreto, fuesen directamente a este emplazamiento recién fabricado.

            Se seleccionó un jefe de proyecto que supervisara el traslado de tan delicado material. Tumok era un viejo soldado que ya no estaba para dar lucha a nadie en el campo de batalla. Rudo y lleno de cicatrices, le encomendaron esa labor como pago a los servicios prestados en todas las contiendas en las que participó; que no fueron pocas. Los porteadores de los manuscritos tenían, como misión, el traslado y conservación de los pergaminos. Pero, no todos lo hacían con la misma eficacia. Algunos, con el fin de ahorrar viajes, duplicaron la cantidad de volúmenes por viaje, con lo que, muchos de ellos los llevaban en las axilas, debajo de los brazos y en condiciones que los deterioraban e, incluso, alguna vez, se rompían.

 

            Galambé, uno de los porteadores, se había presentado voluntario por su afán de conocimiento. Hijo de esclavos, desde niño aprendió a leer y siempre quería más. Él era el que más sufría cada vez que veía el trato que algunos de los porteadores les daban a los pergaminos. Más de una vez tuvo que recoger alguno del suelo cuando se le caía a otro y lo hacía avanzar con patadas para no tener que agacharse. Empezó a quejarse al soldado que supervisaba. Pero, ante la inacción del mismo, todos empezaron a adoptar la misma forma de trabajar; transportando los rollos de papel escrito sin importar el deterioro que sufrieran.

            Viendo que el soldado no hacía nada por evitarlo, un día, indignado, le reprochó a uno de ellos su actitud y su falta de respeto hacia los autores del conocimiento que estaban portando. Se rieron de él y empezaron a quejarse al soldado de que él iba demasiado lento y de que no le gustaba trabajar. Pidieron que lo sustituyeran por otro que cargara más. Así fue como empezó a sufrir acoso de los demás, que empezaron a ponerle zancadillas, a quitarle pergaminos y tirarlos hasta el fondo de debajo de las escaleras, y un sinfín de fechorías con el ánimo de acabar con su moral y su dignidad.

            Al soldado, que lo único que le interesaba era que ese encargo se acabara cuanto antes, no le sirvió la excusa del joven que argumentaba que se estaba perdiendo la sabiduría encerrada en esos pergaminos. Cansado, el supervisor le encargó, por orden, que llevara el doble de pergaminos de los que estaba llevando hasta el momento. Él dijo que eso era imposible, que de esa manera se estropearían. Tras la negativa a acatar el mandato, el encargado llamó a dos guardias para que lo llevaran a las mazmorras.

            En el momento en que lo sacaban de la Biblioteca, se cruzaron con la comitiva de Ptomila, hija de Cesarión y nieta de Julio César y Cleopatra; que habitaba en el Palacio de Alejandría. Ella estaba mantenida por el Senado Romano a cambio de no inmiscuirse en temas políticos ya que, por ser nieta del César, era candidata al poder de Roma. Compraban su silencio a cambio de mantener su palacio en el que convivía con su esposo, el astrónomo Gaspar.

 

            Ptomila, al ver salir al joven custodiado por los guardias, lo reconoció como el hermano menor de su sirviente Salumo. Les preguntó que qué había hecho para merecer tal castigo y ellos no supieron responder. Extrañada por conocer a toda la familia de Salumo, llamó a su lacayo y le preguntó la razón por la que su hermano estaba siendo apresado. Asombrado, dado que no sabía del fatal acontecimiento, prometió investigarlo. Hechas las pesquisas, informó a su señora de las averiguaciones. Así fue como ella se enteró de los desencuentros del porteador con el soldado y de la forma en que los manuscritos estaban siendo transportados y deteriorados.

 

            Ptomila solicitó que Salumo localizara, entre esos manuscritos, los que en peores condiciones estuvieran. Él, consiguió tres nombres: el “Dolor y adormidera” de Heraclio de Aventis, el “Fitoterapia para el no sueño” de Herodote de Rodas y el “Las cosechas y la luna” de Peróclides de Tesalia. Ptomila, apresurada, pidió audiencia con el Consejo de Sabios de la Biblioteca de Alejandría, para que el soldado supervisor se personara en audiencia con ellos.

 

            Le propusieron que fuera a la biblioteca y trajera los volúmenes de esos tres pergaminos. Él fue a buscarlos y volvió. Antes de que los sacara. Le dijeron que le podrían pasar tres cosas: la primera, que reconociera que el traslado de los manuscritos se había realizado negligentemente, con lo cual le impondrían una pena de prisión igual a la que él le habían puesto al porteador Galambé. Pero, si no aparecían los manuscritos, sería el doble de condena y si aparecían, pero demasiado deteriorados para su lectura, sería el cuádruple de la pena.

            Él reconoció todos los hechos imputados y acabó en la cárcel de la que sacaron al hermano de Salumo, que pasó a ser el nuevo supervisor del traslado de los libros, por intercesión de Ptomila.

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